NO ser intolerante a la lactosa se considera "ventaja evolutiva" según expertos

Consumir leche a lo largo de la vida adulta no solo ha sido una práctica común en muchas culturas, sino que también podría haber sido clave en la evolución humana. Así lo sugieren diversos estudios científicos que han explorado cómo la capacidad de digerir la lactosa en la edad adulta ha representado una ventaja adaptativa importante para ciertas poblaciones.
En la mayoría de los mamíferos, la enzima lactasa (encargada de digerir la lactosa, el azúcar natural de la leche) disminuye significativamente después del destete. Sin embargo, algunos grupos humanos desarrollaron una mutación genética que permite seguir produciendo lactasa en la edad adulta. Este fenómeno, conocido como persistencia de la lactasa, se dio inicialmente en poblaciones del norte de Europa, ciertas regiones de África y algunas zonas del Medio Oriente.
LEE: ¿Cómo beber café te ayuda a vivir más años?De acuerdo con expertos en genética evolutiva, esta mutación se habría extendido porque ofrecía una ventaja de supervivencia en épocas donde otras fuentes de alimentos eran escasas. Consumir leche de animales domesticados (como vacas, cabras u ovejas) aportaba proteínas, grasas, azúcares y calcio, lo que ayudaba a enfrentar condiciones climáticas difíciles o épocas de hambruna.
Más allá de la nutriciónEstudios recientes publicados en revistas científicas como Nature y Current Biology explican que esta adaptación no solo benefició a nivel individual, sino también a nivel poblacional. Comunidades que incluían la leche como parte importante de su dieta pudieron sostener mayores tasas de crecimiento y reproducción, favoreciendo el éxito de sus descendientes.
Además, la posibilidad de consumir leche sin malestares digestivos permitió una mejor absorción de nutrientes esenciales, contribuyendo al desarrollo de huesos más fuertes y a una mejora general del estado de salud.
¿Qué pasa con quienes no toleran la leche?No todas las poblaciones humanas desarrollaron esta mutación. De hecho, la intolerancia a la lactosa sigue siendo la norma en buena parte del mundo, especialmente en regiones de Asia oriental, América del Sur y partes de África. No obstante, muchas de estas culturas encontraron formas alternativas de consumir productos lácteos a través de la fermentación, como el yogur, el kéfir o el queso, en los cuales la lactosa ya está parcialmente descompuesta.
El estudio de la persistencia de la lactasa es un ejemplo claro de cómo la alimentación ha influido en la evolución del ser humano. Hoy en día, comprender esta variabilidad genética ayuda también a personalizar las recomendaciones nutricionales, respetando las diferencias entre individuos y poblaciones.
LEE: Estas personas NO deben comer tamarindoAunque la leche no es indispensable para todos, para muchos grupos humanos su consumo ha sido, y sigue siendo, un recurso valioso que incluso ha dejado huella en el ADN.
Con información de Nature Genetics, Current Biology, Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva
BB
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